lunes, 27 de abril de 2020

Una conversación

Bueno, eso a mí ya no me sucede, no me enamoro con inocencia.
Nuestra concepción política sobre los extranjeros y lo extranjero, tan inclinada al miedo como odio, la xenofobia, no se forja sólo en el nacionalismo y sus habituales recursos narrativos de suelo, sangre, tierra, nacimiento, pertenencia, lengua y cultura (singulares y amenazadas), y autoctonismo, sino también, y desdichadamente, en los límites de nuestra estética sentimental, de nuestra misma intimidad. Un amigo, o los amigos, nos aparecen como extraños cuando nos sentimos agraviados, un profundo agravio, una ofensa absoluta, un desengaño sin apelación, ni enmienda, ni paliativos, incomprensiones insostenibles, y ahí el amigo como "otro yo", o a lo Montaigne, porqué era él, porque era yo, porque ése era también yo, cobra total realidad al mostrar su reverso, facilitando el sentimiento de extranjería en nuestra propia vida, una extrañeza que queremos quitarnos de encima como la peste. Ofenderse y distanciarse con ellos, es ofenderse y distanciarnos de nosotros mismos; un lugar incómodo para vivir. Lo extraño no viene sólo por las fronteras de nuestra nación, sino por la inestable puerta de nuestro propio corazón.

Nota1. A comentar: Políticas de la amistad, libro leído hace ya semanas, en el confinamiento, de Derrida, pensamiento de gran sutileza, elegancia, precisión y fragilidad política, abre infinitas sugerencias, divagador genial, excesivo bla, bla, bla, sugestivo, cautivador, hipnótico, excitante, a veces insoportable. A comentar: va dirigido a un público reducido, académico, entre pedantes y farsantes, fervientes seguidores que lo fetichizan o detractores que lo calumnian injustamente, libro erudito y atento, prosa lúcida, delicada, compleja, en ocasiones afable y brillante, hombre de gran espíritu literario frustrado, gran espíritu y valor y gran aprecio por lo memorialistico y autobiográfico, pulsión grafómana contenida, desearía escribirlo todo, un diario total, la vida en la escritura, la vida absolutamente en el diario total, lo sé y se nota,  pero muy placentero, a su vez falta medida en las proporciones, intensidad del texto irregular, y con insuficiencias en el análisis claro de su presente político (de esto último no estoy seguro). A comentar: un ensayo, tentativo y aproximado sobre una deconstrucción de la amistad, concepto y vida, en la tradición filosófica, lo que demuestra, y en mí cabeza ya debía estar creciendo el animalito desde hace tiempo, que la historia de la filosofía es también, ineludiblemente, una historia de las pasiones.

domingo, 26 de abril de 2020

De reyes, mendigos, y limbos

En muchos casos lo doméstico, el confinamiento doméstico, se ha convertido en un retiro para reyes, reyes civiles y moralistas, tienen tiempo, dinero, comida, cultura, familia amorosa, amigos disponibles y sanos, quizá hasta inteligentes, y una estrategia y análisis político para ver el futuro (que no existe, nunca ha existido) con esperanza, y todo eso si aceptamos los autoengaños nutridos de fatuas ilusiones. Pero para muchos otros la estigmatización de sus cuerpos como precarios, sus vidas como desechables, sus deseos como insignificantes cuando no criminalizados, destinos de empobrecimiento y escasez que se consolidan de un modo indeleble e irreversible en la "excepcionalidad" de la crisis del covid, y que venían arrastrando ya desde la falsa y erosionadora normalidad capitalista anterior al covid, se ha convertido en el erial definitivo de los mendigos. Su nuevo y frío hogar. Los que no estamos ni entre los reyes ni los mendigos tenemos que tenerlo claro, nuestro limbo tiene un precio a pagar, nuestro cansancio, paciencia, un precio ético, incluso vergonzoso, humillante, y que va más allá de nuestra condición en la "normalidad" de ser a la vez verdugos y cómplices, tiene que ver con una calma que encierra el terror, un terror íntimo y personal que afectará a muchos asumiendo una dimensión política, que puede perversamente desbordarse hacia el placer, el placer del que mira desde arriba y no se sabe miserable, ni apelado por la miseria ajena. Cuando el vivir juntos se consolida y establece como una jerarquía enfatizando cruelmente las desigualdades, la injusticia, la explotación económica, las exclusiones políticas, las apropiaciones del tiempo, la extrema avaricia que brota en la escasez, el recrudecimiento de la pesada carga de la existencia, entonces estamos ante una discreta forma de barbarie organizada, llámese capitalismo puro, llámese socialdemocracia, llámese guay del paraguay: el hombre se convierte en un animal territorial, como un hipopótamo agresivo que marca la zona de integración y exclusión con excrementos y micciones.   

sábado, 25 de abril de 2020

L.Y.

El confinamiento se relaja, desescalada, descomprensión progresiva, incluso se liberará, la vida no.

A veces me oigo aparecer aquí y allá pero siento que no soy yo, siento que es otro tío, no son voces autorizadas ni percepciones afinadas, y es que sin amor, amante o amado (cosas distintas), uno no sabe si está vivo o no, y estas cosas amorosas y estos casos enamorados no son siempre evidentes, esperamos aterrados el desahucio inminente, no soportamos el abandono, la espantosa soledad que se deriva, la disolución desquiciada, lo buscamos desoladoramente, idealizado lo buscamos, porque el amor, de ser algo que importe, es un reflejo, el amor es un reflejo. Antes la miraba, ojos negros, y es difícil encontrarse en su mirada.             

viernes, 24 de abril de 2020

Cleo

Pasó hace unas semanas. y creo ver a lo lejos que puede volver, es difícil pero puede pasar, depende de, a ver quien puede más si el sol o el silencio.

El brazo que me pasan por el hombro, y grito, casi asustado, como el humillado responde al primer contacto humano después de meses de ausencia, de nuevo la carne, el asombro de la carne. Preparamos la mesa para comer, risas, imitaciones, es el único momento agradable, la mesa el único lugar. Pasa la tarde, hoy es el primer día agobiante del confinamiento. Hago mal los ejercicios físicos, el cuerpo parece desplomarse como un saco de patatas rajado, la torpeza en los movimientos me devuelve a la infancia, descoordinación, flojera, las manos parecen no obedecer, la falta de resistencia general, y las piernas tiemblan de un modo insostenible, la márfaga resbala a cada giro del pie hasta desbordar mi paciencia, esto me destruye los nervios, estoy cerca de un ataque, al borde, es como esa tensión de los conflictos familiares contenida durante años que estalla justo al romperse un baso contra el suelo; preferiría la Parente elegancia y sutileza de esas otras familias que proyectan sus derrumbes íntimos, con su adherida miseria patológica, a través de debates literarios y el comentario de texto u obra de algún escritor amado y consagrado por la fama o el talento. Pero ni siquiera puedo embellecerlo con esa tiste estética del conflicto, ni recurrir a terceros, es un odio concreto y general, simplemente no me soporto, no me aguanto, y mucho menos en este contexto de sistema mundo, todavía podría verme la cara a solas, pero acompañado por este contexto es sencillamente insufrible. Intento leer, me vuelven episodios de autoexplotación emocional de un pasado reciente pero petrificado, y de un modo tan intenso como peligroso la relación entre amistad y apropiación intelectual, inseparable de la expropiación sentimental, lo que hace imposible leer más de 20 páginas del libro en una tarde; fumo, me masturbo, también intento escribir, puede verse el cuestionable resultado, el odio propio, el odio mundo. De noche dan Cleo de 5 a 7 (1962) de Varda por la televisión, me gustó mucho cuando la vi en la filmoteca, y quedaría muy bien decir que entonces el día se arregla, se aclara, que encuentro un refugio en esas reflexiones sobre el tiempo, la muerte, y el amor, pero es falso, me quedé dormido.

jueves, 23 de abril de 2020

Estoy leyendo una obra que aún nadie ha leído ni conoce, no existe todavía una sola línea escrita. Tiene un mecanismo innovador que ya anunció Adorno cuando quería hablar de Hegel y de la actualidad de la filosofía. No consiste tanto en recuperar los cadáveres de la tradición filosófica y preguntarse, con un morbo macabro, qué hay de vivo y muerto en ellos, qué queda para nuestro presente, ¿se puede rehabilitar o resucitar el cuerpo fallecido de Hegel? conjurarlo? hacer que aparezca y hable? sino más bien: ¿estamos muertos a sus ojos, o no? estamos muertos a los ojos de la filosofía (y en estos tiempos cobardes y antifilosóficos habría que certificar que la filosofía triunfa cuando fracasa)? a ojos de Morán? de Petit? hay otros ensayos del silencio? Lo mismo cabría preguntarse sobre la crisis del covid, este tiempo de pandemia o esta pandemia del tiempo. No qué hay que salvar del espíritu europeo, en decadencia o extinción, sino qué hay de vivo en nosotros desde la perspectiva del espíritu europeo; los ultras de la ilustración? muertos en vida? muertos que aún no saben que lo están que como las estrellas una vez muertas y destruidas, y años después, todavía siguen brillando en el cielo, encendidas? Y curiosamente el libro que estoy leyendo y del que no existe todavía línea escrita nace de esta culpabilidad. Libro, que nace culpable.

miércoles, 22 de abril de 2020

noches del covid

Mamen me escribe sobre W.H.Auden para nuestros tiempos de pandemia; dice en la correspondencia: "Es el reverso metafísico de los horrores de la Europa de inicios de siglo, justo con la gripe española, la gran crisis..." Y lo más terrible, el signo inequívoco de nuestra decadencia, es que el reverso metafísico de nuestro colapso moral y político es la televisión. Y en Calle de dirección única (1928), Panorama imperial. Viaje por la inflación alemana, tesis VIII, remata Benjamin: "Quien no se sustraiga a la contemplación de la decadencia sin duda acabará por reclamar una especial justificación para su permanencia, su actividad y su participación en este caos." 

¡Buenas y felices noches del covid a todos!

martes, 21 de abril de 2020

De relaciones

Oigo decir a Francisco Rico en la Fundación March que de Juan Benet, del que fue amigo, sólo se queda con el personaje de enorme impresión para su vida y memoria pero que nada de su obra. De hecho son dos ironistas y fumadores compulsivos que comparten cierta risa contra la seriedad del mundo, poco más; la diferencia entre el memo y vanidoso académico Rico y el escritor Benet es que este último tenía talento y el otro no, ni de coña. Un talento oscuro, enorme, explotado hasta un exceso de exigencia que hacia imposible la realización completa del artefacto literario, relativamente no consolidado por sus pretensiones críticas de sintetizar ensayo y novela, lenguaje y teodicea, virtuosismo que se quedó en ejercicios de brillantez que le proporcionaron el prestigio de las vanguardias y la estima de sus golfos discípulos, más que en libros realmente terminados y comprensibles para el lector medio. Pero de una modernidad insólita y renovadora en la literatura española de los años 50 y 60; quizá, y junto a Ferlosio y Martín Santos, el proyecto más ambicioso de esa época. Los mismos que escogen únicamente la vida del escritor, o solamente la obra, de igual manera que los que escogen en el terreno político entre cuerpo social, colectividad, o individuos como única realidad desechando la otra parte del binomio, son los reduccionistas y trivializadores de los conflictos reales que desde Simmel, sabemos que se encuentran en la relación, la distancia. Sean relaciones de integración o desintegración en lo político, lo literario y lo biográfico. Lo crucial en Benet es su compleja relación entre su vida y personaje, y su literatura como obra crítica y total, a la que fatalmente aspiraba. La relación señores, es la relación.

lunes, 20 de abril de 2020

fiebres

Estas notas me producen fiebre, deberán ser desarrolladas algún día con solidez si quiero bajar la temperatura.
 
Es una de las grandes contradicciones, degradantes, de mi generación: somos las promociones que, quizá, hayamos programado con mayor exactitud, obsesión patológica y aceleración desquiciada nuestro propio tiempo, y a su vez los que hemos tenido una relación más desastrosa, calamitosa y penosa con él. Los que se han integrado a ese sistema-rueda del régimen educación-trabajo desconocen hasta que punto son muertos e infames, y los inasimilables empiezan no sólo a ver el alto precio que pagaran por ello sino la imperdonable falta de cálculo en lo pragmático: ¡hasta qué punto sus ilusiones exceden en mucho sus posibilidades reales, propias y contextuales! Con la manía de quemar etapas laborales y personales que por su fugacidad y sustitución eran insustanciales y vacuas, sin ni siquiera la posibilidad de acumularlas con el orgullo calmado y atento del coleccionista, han olvidado la iniciación y consolidación de sus etapas intelectuales y morales. Noto su ausencia, es un hostigamiento constante en la vida civil, afectiva, e íntima que conduce cruelmente a la frustración: al trauma que supone vivir en una sociedad histérica. Y más ácido es todavía cuando descubro y caigo en mis propias limitaciones críticas, cognitivas, éticas y la incapacidad pera revertir nuestra experiencia con el tiempo vacío, nuestra negligencia para hacer o pensar nada.

domingo, 19 de abril de 2020

Hay gente que desprecia en exceso la realidad. No siempre es necesario aportar modelos teóricos, en este caso literarios o estéticos, para añadir algo creativo que le falta a la realidad por sí misma. Como si los mismos perros hinchados de la cultura de certamen, en su arrogancia y vanidad sin límites, y creyendo aportar algo al mundo, no fueran los que precisamente lo anulan y esterilizan. Quién pudiera dedicar tiempo a descifrar el despliegue semántico y político del término administrativo-periodístico: fondo de reptiles; sin necesidad de inventar pedanterías infinitas al modo de la psicopatología de la necedad.

sábado, 18 de abril de 2020

Uno no gana para disgustos. Fernando Castro Flórez, una especie de tercera división de la intelectualidad en el sistema de clubs de la industria cultural, ha inventado un nuevo término para hacer el gilipollas en las redes sociales o YouTube, y justificar de un modo simpático y pop su esterilidad disfrazada de jerga y retórica vacía. Toda la vida un imbécil ha sido un imbécil y nada puede hacerse para cambiarlo, seguirá siéndolo, pero es que ahora ellos mismos definen sus naderías: psico-ontología freak. Es peor que aquellas voces de los aeropuertos en la que tras los timbres una voz femenina avisa que no hay aviso, pues ahora se avisa que no hay avisos definiéndose como un psico-ontólo del devenir inmediato del Dasein predictivo. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Qué nivel!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

jueves, 16 de abril de 2020

Nota del confinamiento

Los días del contagio no me producen ningún efecto, el confinamiento es mi estado ideal, es cuando recuerdo la vida normal, lo mismo que un sueño, que me invade el malestar.

Sueño (recuerdo), y lo humano se desdibuja, no los veo, empezamos a ser Furbys muy completos.

(hay que pensar brutalmente sin llegar al punto en que el placer nos sea indiferente) (¿?)

miércoles, 15 de abril de 2020

Un tipo ideal

El desconocimiento, la ignorancia, es ese punto insolente de violencia secreta en las sociedades abiertas, un arma discreta que en último término se usa para matar. Y no caben las ilusiones de las democracias liberales con sus inacabados proyectos ilustrados de educación y sociedades civiles no consolidadas: esta forma política de la ignorancia fomentada por la hiperproducción y el hiperconsumo es la principal causa de esterilidad política, represión social, precariedad económica y autoexplotación emocional. El capitalismo ha formulado su tipo medio ideal con la figura del hombre unidimensional. Conocemos su retrato, es casi una grotesca caricatura literaria: iletrado, inculto, codicioso, limitado, si quiere tener éxito; sometido a la ritualización de la presa, arrogante, seguro de sí mismo, como autoengaño para mantener el principio de autoconservación; dócil y obediente con el jefe/amo, autoritario y caprichoso con el trabajador/siervo. Débil con los fuertes, fuerte con los débiles, simple, previsible, fanático de los deportes y los estadios, los coches y los programas televisivos sobre el mundo industrial, fascinado por las nuevas tecnologías, maquinitas lúdicas, redes sociales, aprecia relativamente y con falsas distancias el encanto estético de las armas y la gramática bélica, obsesionado con la competitividad, el desarrollo personal y la salud, obsesionado con los estudios instrumentales de acreditación profesional y burocrática, el prestigio, la ostentación y la exhibición de sus fetiches mercantiles, despreciativo con la gratuidad de las pasiones, el compromiso político, los saberes inútiles, la investigación independiente, incapaz de soportar ni entender la reflexión crítica, ni ninguna subordinada, devoto del dinero y partidario de lo irracional, supersticioso, maníaco, histérico, cuando ante lo desconocido se ve obligado a llenar el vacío con algo, en dar siempre una respuesta y solución a todo (aunque sea imposible); profeta especializado en banalidades, en ideas pequeñas, técnicas, reproductivas, masturbatorias; tonto, necio, narcisista, egocéntrico, gregario, consumista, consumidor de las mitologías del momento, mito y modas, amoral, sin memoria, racista en sus múltiples metáforas culturales, patrióticas, mercantiles o lingüísticas, cínico, patriarcal y misógino para saciar sus anhelos de seguridad y familia, conservador, reaccionario como respuesta a lo libertario, anticomunista, antimarxista, antifilosófico, odia las vidas improductivas, disfuncionales, siente terror ante los tabús de la civilización moderna: incesto, pudor de los cuerpos y los excrementos y micciones, la vagancia, el regicidio, el desorden. Oportunista y con algunos rasgos caracterológicos que le haría soportable, si no agradable, el fascismo ordinario. En fin, constituyen un socio ideal para cumplir su papel en el vasto teatro de vanidades del mercado nacional, y luego mundial, sin mala conciencia. Este es el sujeto cuyos méritos, valores y talento se alaban, promocionan y premian actualmente. Conozco demasiados. Prufff!!!!!

martes, 14 de abril de 2020

escribir está mal pagado, escribir no está pagado, escribir arruina, puede arruinarte la vida, emocional y económica, escribir es inútil, escribir es improductivo y disfuncional estrictamente hablando, escribir es revelarse exactamente como no eres, escribir es una proyección fracasada, escribir no detiene el tiempo, en ocasiones lo hace desgraciadamente acelerado porque escribir agota el tiempo, escribir quita tiempo de vida, escribir es otra cosa, desconocida, escribir es otro ego, imposible, se escribe para encontrar un yo, imposible, escribir así es imposible, escribir es perder los falsos refugios,  o cualquier refugio, Pla decía que escribir es un modo como cualquier otro de pasar la vida, y será cierto o no, pero ahí radicaba todo su cinismo, sus autoengaños y misantropía, escribir no es la verdad, pero es dejar de mentir, escribir no es libertad pero es dejar de ser esclavo, escribir para desengañarse, escribir para insignificarse e insignificar sobre todo a los demás, escribir para perder el miedo, escribir para descreer, escribir para distanciarse, cuando uno escribe parece estar fuera de la vida, es algo distinto que vivir, escribes y no estás viviendo, estás lejos, escribir es algo fascinante y condenatorio, escribir

domingo, 12 de abril de 2020

Una cosa es vivir y otra es escribir, yo vivo de una manera mucho más sencilla de la que escribo. Parece que se dicen muchos escritores, sin acabar nunca de creérselo.

sábado, 11 de abril de 2020

un doble, triple, fondo.

Intento jugar con la imaginación, es ya, creo, la última cosa con la que se puede jugar sin que se rompa. Pienso la estructura del segundo libro, y sigo el consejo de Valeria: tú pinta el cuadro grande delante de la gran catedral, bien iluminada en un día despejado, y al lado ten un cuadro pequeño, como un borrador, pintar en sucio, donde limpias los pinceles, donde tiras el sobrante de pintura, hazlo siempre a tu lado y por debajo, mirando de reojo, y al cabo de los días tendrás algo. Y es cierto, voy amontonando material, tentación del sentido, las formas ya son el estilo, va revelándose, apareciendo, lentamente, muy lentamente, sólo hay prosas, prosas sueltas, y la cosntelación de detalles es ya la construcción del lenguaje. Pinto los detalles, un cisne blanco, y abre el cuadro, exige un lago, la luz de sus plumas arrastran un sol, el detalle abre la mirada. Y cada detalle debe tener un doble, un triple, fondo: el espejo de mano roto en The Apartment (1960) de Billy Wilder, ese espejo roto que Jack Lemmon descubre en el bolsillo de una chaqueta tiene tres sentidos y dimensiones, por un lado es una clave narrativa, un giro imprescindible en la estructura narrativa, a la vez es la prueba y objeto fetiche de una traición, y también la representación estética del desamor y la quiebra del alma; un doble, triple, fondo.

jueves, 9 de abril de 2020

1956

Suena Comment te dire adieu, en la azotea del bloque, canta la bella Françoise Hardy, acaricio el suelo con los pies como si fuera su piel, estoy casi desnudo tumbado sobre la toalla humedecida, siento el calor de las tejas en mi espalda, transpiro, el calor del sol en el rostro y en el brazo y parte del pecho el calor de un vientre, es el vientre de una perra preciosa, está tumbada a mi lado, una pit bull marrón con manchas blancas, ojos ingenuos y negros, cuerpo robusto, le encanta que le acaricien las tetas, mordisquea su pelota de goma, pronto se fatiga, y busca la sombra entre los maceteros que decoran el terrado junto a la reja metálica que nos separa de los vecinos, y al fondo, esa inmensa pared de ladrillos tostados, en la que aparece una cifra escrita en blanco tiza: 1956, año de la construcción del edificio. Justo el año en que la hegemonía política y cultural falangista que dominaba desde el final de la guerra civil y fratricida fue sustituida por el arrebatador poder del Opus Dei, la otra mitad de la ideología nacionalcatólica constitutiva del franquismo. 

Aquí arriba hay otra ciudad, lejos del duelo, lejos de la enfermedad, lejos de la administración de muerte que se revela descarnada, y desquiciada como es. No siento nada, ni nada malo, aquí arriba todo es apacible, lento, dilatado, y bello. En uno de los patios interiores dos chicas se acarician y atusan el pelo, las oigo reír, parecen jugar entre ellas como niñas, oigo la fricción de platos, vasos y cubiertos de una familia que recoge la mesa después de comer, están en el balcón terminando el vino, y enfrente mío, una anciana asomada a la ventana mirando la calle vacía, ante el asfalto gris. Siento, entonces, otra vez el cálido vientre de la perra, es hermosa, pasa sobre mis piernas, y vuelve a las macetas, la sombra baña su cuerpo como si estuviera muerta, sigo mirando el posible cadáver, me recuerda nuestra animalidad en estos días del covid, la fragilidad de la vida orgánica, como organismos biológicos, y no puedo desligarlo de la fragilidad de la mirada, incapaces de ver, ciegos e ingenuos, nuestro devenir frágil en un mundo que no controlamos: ancianos muriendo por la saturación y concentración en los hospitales, y esa proyección enloquecida de todos los miedos, por no saber mirar, que desata los desafectos y las sucias pasiones que me resultan más repugnantes: aburrimiento apático, incapacidad para habitar la soledad, ansiedad doméstica, paranoia, conspiraciones, supersticiones, individualismo indolente, racismo, nacionalismo, religiosidad, deseos de hiperproductividad y hiperconsumo, anhelo de normalidad, embrutecedora normalidad, impaciencia, una imaginación saboteada. La pandemia es nuestro propio tiempo. Aquí en la azotea es otro mundo, hay otra ciudad, y la perra se ha ido.        

miércoles, 8 de abril de 2020

17

Hace diez años que empecé a leer, a los 17, al tiempo que ya pensaba en escribir sin saber qué diablos era eso, ni la disponibilidad y aceptación social para ello. Soy el vivo reflejo de la precariedad en todas sus formas e insanas manifestaciones, cultural, económica, emocional, quizá el cuadro negro de una generación, muchos han enfermado con esto, no quiero exagerar, mejor es que al dolor se le deje solo, sin hipérboles, para que el dolor mismo sea autoexpresivo, es decir el exceso, su propio exceso, el exceso de todos y de todo. Una simple lista puede ser el inventario de la precariedad. Incluso el registro gráfico de una degradación histórica del capital cultural en las clases trabajadoras, empobrecidas y sacrificables. Guardo en la memoria innumerables listas, aquí la lista de lecturas de un año de mi vida, de mis 17 a 18 años, convertida en documento que señala una sociología intelectual de clase obrera desarticulada y neutralizada: Fernando Sánchez Dragó, El camino del corazón, El sendero de la mano izquierda, Muertes paralelas, Gárgoris y Hábidis, Dios los cría..., Y si habla mal de España es español, y Fernando Savater, Las preguntas de la vida, Idea de Nietzsche, La vida eterna, ética para Amador, Política para Amador, su biografía Mira por dónde, Diccionario filosófico, La aventura de pensar, de Rafael Argullo, Aventura. Una filosofía nómada, de Stevenson, La isla del tesoro y El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Kafka, La metamorfosis, de Russell, Por qué no soy cristiano, de María Antonia Iglesias, Memoria de Euskadi, de Maquiavelo, El príncipe, y el Principito de Saint-Exupéry, de Michael Hauskeller, Pienso, pero... ¿existo?, y alguna lectura de bachillerato, y poco más. 

lunes, 6 de abril de 2020

Hablamos en la madrugada, y es bello estar. Sé que quizá me engaño, pero creo que se ha terminado algo en la palabra, algo que en la vida ya llevaba meses moribundo a pesar de que nada muere para superarse, y estoy tumbado en la cama con ese sentimiento asombroso, como si hubiera perdido el último juguete de madera.

jueves, 2 de abril de 2020

Estoy escribiendo mis notas sobre el silencio, y es fácil descubrir hasta que punto no hemos pensado todavía que la ausencia de silencio es mucho más aterradora y permanente que el mero ruido, que en su condición efímera siempre promete y anticipa, tras su estruendo, al menos un decrescendo apacible de silencio como reposo, aunque sólo sea como impulso para un nuevo crescendo.

Los Pedros y la democracia

  Sin duda, Marisas y Pedros son un buen motivo para dejar de ser de Izquierdas: