martes, 31 de marzo de 2020

coronavirus 9: duelos

Son las muertes de los días del contagio, todas. Con algunas tendremos una relación especial. Será un recuerdo rico en imágenes. Una, es la síntesis, explica la lógica de guerra (no existe situación de guerra): los camiones militares llenos de cadáveres en su mayoría ancianos almacenados en las gélidas pistas de patinaje del Palacio de Hielo en Madrid. Estas imágenes que vemos desde dentro del confinamiento a través de la televisión evocan temporalidades que ingenuamente se creían abolidas, necias y agotadas. El tiempo, si lo tomamos seriamente, es siempre acrónico, en un mismo tiempo habitan distintas temporalidades, en un flujo intempestivo y contradictorio. Y no hay imágenes de estos ostros muertos ordinarios que no son víctimas del coronavirus. Infartos, cáncer, la ancianidad y la propia caducidad del cuerpo, son los otros cadáveres que no podrán velarse. Se dice que el estado de excepcionalidad ha traído algo traumático: la prohibición del duelo, la suspensión del duelo para estos casos ordinarios. No es exacto. Ciertamente hay una prohibición física de la reunión, y frustraciones simbólicas, se impide el honor, el encuentro social, el pésame y la mano, el abrazo, el llanto común y compartido, el finado, la ceremonia mortuoria, el velatorio, la exposición del cadáver, el decorado, las flores, la palabra sentimental, el rostro maquillado, pero todo esto es lo accesorio, en esencia no cambia nada, pues el duelo es en sí mismo una tarea imposible, un proceso irrealizable, la pérdida insuperable, el duelo es necesariamente una práctica engañosa para la autoconservación, un proceso inacabado, conflictivo, incompleto, inconcluso, inconsolable, irrepresentable. El duelo es el inicio de un tiempo enloquecido, es una nueva temporalidad abierta, que nos proyecta al futuro y a la muerte (pues el máximo futuro es la muerte, el final del futuro la muerte, ir más allá del futuro, la muerte), que nos obliga a pensar políticamente, es el origen y posibilidad de lo intempestivo, precisamente porque el duelo garantiza el pasado vivo, un pasado no cerrado y móvil, escurridizo, que no se deja atrapar ni clasificar del todo. No existe una diferencia radical (ontológica) entre el duelo en estado de normalidad y el duelo en excepcionalidad. Y estas palabras no concluyen nada, el duelo está por pensar.

jueves, 26 de marzo de 2020

coronavirus 8

Lo realmente importante casi nunca ha importado a casi nadie. Y habría que imponerse contra la fatalidad que encierra esta frase, si no fuera tan cierta. En los días del contagio Pdr Snchz en declaraciones oficiales y al estándar bélico, afirma que lo peor está por venir, que en esta semana viene lo peor, la mayor tensión, saturación, estrés, a nuestro sistema sanitario, que lo llevará al límite, porque estar desbordado es ya el límite, de hecho el límite siempre es traspasar los límites materiales y reales, agotar todas las posibilidades y recursos, el límite es un plus de desbordamiento físico y un exceso simbólico. El burdo sistema eufemístico del presidente Snchz, como el de todo el sistema tecnomediático, es repugnante. Hay que traducir: lo peor y la tensión sanitaria por administración de muerte; lo de nuestros médicos como héroes y soldados, por mártires y material sacrificial; lo de mantener el mínimo de la producción de la nación, por la máxima explotación de la clase obrera (policías, cajeras, camioneros, basureros, limpiadoras, peones de fábrica, etc) que además del trabajo como dominio, disciplina y guionización de sus cuerpos y tiempo ahora les acosa el contagio; lo de la saturación del mercado internacional por voracidad y crueldad de esa turba carroñera del neoliberalismo, buitres, chacales, comerciales que hacen negocio con la pandemia; y lo de China como aliado, por atroz dictadura de partido único de sistema hipercapitalista que hará negocio con todos nosotros, una China a su tentación imperialista al modo de plena identificación con USA. Esto, el noble ejercicio de la traducción verdadera.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Coronavirus 7

Día 10, y el confinamiento sigue su camino. Primera conversación con la policía, desagradable. No comprenden mis razones, son diversas. Probablemente despreciarían mi vida tanto como yo desprecio su trabajo formal, pues mi existencia es un revulsivo de su orden (hay que decir que su único sentido político es defender el orden y seguridad sea cual sea el régimen político, legítimo o ilegítimo, sea una democracia autoritaria o una dictadura blanda), les hervirían los ojos si me miraran fijamente. Llegué al supermercado, compré, volví a pasar, y les saludé, la calle estaba vacía y la piedra del antiguo cuartel de caballería inundada de sol, yo iba delante con el carrito lleno, mi madre detrás, mirando las sombras en la pared. Bien, sigo. Creo que en una amplia parte de la sociedad y el Estado hay una descansada y desgraciada buena conciencia del deber cumplido. Una especie de necia autosatisfacción por el mero hecho de imponer y cumplir la disciplina, por el hecho innegable de haberse convertido en la presa perfecta, entregada a la repetición. No se me ocurre nada moralmente más aterrador que tener la conciencia tranquila ante la desgracia. Nada más sedante para el pensamiento. En los hospitales han empezado a aplicar lo que una amiga médica llama medicina de guerra, ni más ni menos que la lógica y la moral de la campaña bélica: "tú puedes vivir, tú no podrás" a causa de la lógica de la escasez, el desgaste y la erosión neoliberal, esa peste letal todavía más invisible que el virus, y que actúa letalmente como esas enfermedades que destruyen el cuerpo del anciano antes que su cabeza, consciente plenamente de su mortal degradación. Se ha levantado el sudario del cadáver, que antes sólo dejaba ver el hueco de los ojos y la boca sin aliento,  el bulto de los pómulos y la nariz hinchados de muerte. Una grandiosa criatura, el poder, y que advertía Foucault: hacer vivir y dejar morir, y viceversa, porque es lo mismo, y nadie dice nada, excepción asimilada, interiorizada y normalizada; desde la supresión del duelo, sus rituales y prácticas, hasta la propia administración de muerte, descarnada, revelada, desocultada cruelmente, para que cuando llegue la normalidad pueda ser olvidada, y la excepción sea la regla invisibilizada, sutilizada, disfrazada. Ciertamente, es triste para las víctimas de la escasez y la lógica de guerra, la lógica excepcional, y penoso para los espectadores confinados, en estos días de contagio.

sábado, 21 de marzo de 2020

Tengo encuentros con personas que han conocido el abismo y los límites de la paciencia ante la mortalidad, como si el agujero que han visto y el vértigo que han sentido se introdujera en el estómago, al modo de una inquebrantable falta, por donde respiran, (y pueden llegar a perderse, como si volvieran a caer por el agujero, ahora en su estómago). Sólo les veo plenamente cuando charlamos, cuando se convierten en interlocutores, cuando se logra la voz, la conversación, ser visto y oído, con y en el otro, en su diferencia radical. Sus cuerpos, anhelantes y deseantes, son una cartografía de lo vivo y de lo muerto, y su pequeña historia el texto que promete un secreto imposible: aprender a vivir. Hace poco se lo escribí a R., dan testimonio de alguien que sobrevivió. ¿Qué mejor que charlar  un rato en esta metáfora del fin, en el confinamiento?

viernes, 20 de marzo de 2020

Adorno

Advierte, Theodor W.Adorno, inmenso, intempestivo, en su malinterpretada Dialéctica de la ilustración (1944-1947): " La vida paga el precio de la supervivencia asimilándose a lo que está muerto". Y esa es la clave del pensamiento crítico de Agustín García Calvo, y en parte de Rafael Sánchez Ferlosio, y de Juan Benet. Creo que puede venir bien pensar en esto durante el confinamiento antes que entregarse desesperadamente, como un adolescente, al porno.

jueves, 19 de marzo de 2020

Coronavirus 6

Son las 16:46h, y los vecinos del bloque empezamos a organizarnos. Muchos nos encontramos en la azotea tendiendo la ropa, estirando las piernas, a que nos toque el aire, o tomando brevemente e sol. Los buzones del portal son los nuevos anaqueles de la improvisada biblioteca, y por el suelo tenemos cajas con discos de música heavy; es el nuevo punto de intercambio. Lo realmente inquietante de todo esto es nuestra capacidad de adaptación a estados de excepción y sus formas de vida derivadas: limitadas, con restricción de movimientos, de desplazamiento, gestos, actividad, prácticas, contacto físico, palabra y una medicalizada organización del tiempo. Mucha gente ya empieza a hablar en pasado cuando se refieren a la vida productiva y sin encierro, hablan de antes, de cuando se podía salir, y tan sólo llevamos cinco días, y quedan por lo menos semanas. Mi propio padre, al decirle que quería retomar mis paseos me dice: eso es cuando  (el mundo, la vida?) estaba abierto. Somos de una ductilidad espantosa, moldeables y con una capacidad de adaptación horrenda, pero no dejamos de ser presas de nuestras rutinas, más extensivas, amplias o abiertas, o más restringidas y austeras, el caso es que nos vemos obligados a tener una, seguimos siendo presas más listas o más tontas, más ágiles y rápidas, más torpes y lentas pero presas al fin, capturables, apresables, por nuestra fidelidad a las rutinas, a los esquemas de repetición: comportamiento y hábitos, por nuestro temor a romper con el consenso del rebaño. El fundamento del cazador es el ritual del cazado. No nos damos cuenta de que somos presas por nuestro apego a la repetición. Y eso quizá ya lo sabía, pero ahora, al veros, al vernos, tengo la prueba empírica definitiva.  

martes, 17 de marzo de 2020

coronavirus 5

Día tres del confinamiento. He salido a la calle, casi vacía, algún coche solitario, el neumático, el lento motor, el  hierro y el asfalto, yo mismo, me veo andando, solitario, ancianas, sus perros, alguna mamá con su niño, la cola, los hombres y el pan, son todos viejos, un metro de distancia, la espera, caen gotas, es físico el tiempo, como piedrecitas, también cae y hacen ruido, ventana abierta, el gris del cementos, el ladrillo de las terrazas, los geranios, las placas metálicas, la claraboya acristalada, el equilibrio entre la casa y la calle, reorganización del interior y el exterior, límite, frontera, no hay. El barrio presenta el aspecto de un blockbuster apocalíptico, inerte, desolado, el silencio de los edificios, hay en ello una discreta belleza. Sé que nada es inútil para mirar. Los paseantes y mi curiosidad insaciable, empiezo a imaginar, a preguntarme cómo será su carne, el tacto de su piel, sus besos, si les gustan los besos, la calidad de sus abrazos, la intensidad de su deseo, y haga bien o no, pienso en la ética de su deseo, qué ha perdido y qué anhela, su olvido, si ha olvidado, autoconservación excesiva, su interés por el sexo, la cópula, el sexo más violento o más tierno, o las caricias entre cuerpos desnudos, o su apego al erotismo, verdadera obsesión, si todas sus relaciones son eróticas, me temo que no abunda esa sensibilidad, si les parece un coñazo y se desprenden de todo eso, si han amado o han podido ser amados, si se lo han creído, si les han creído, les sigo con la mirada, hasta que cruzan la calle o toman la esquina, sé que mirar no es inútil, ningún lugar de la mirada, la ventana, y les observo para no enfrentarme, hoy, a mi nostalgia, para no enfermarme.    

lunes, 16 de marzo de 2020

coronavirus 4

Llama L. y existe entre nosotros la agradable sensación del confinamiento, del recogimiento, de poseer tiempo para detenerse, parar, leer, es la ocasión de mirar el tiempo desnudo a la cara, resultado de esa sustitución de las vidas productivas, regidas en el estado de normalidad, por esta vida improductiva y disfuncional del estado de excepcionalidad que implica a una gran mayoría. El tabú fundamenta la civilización, conocemos algunos: incesto, pudor de cuerpos desnudos (represión de instintos sexuales), ocultación de excrementos y micciones, y la vagancia (pobreza, improductividad, disfuncionalidad). Ahora sería una ocasión perfecta para invertir el tabú de la vagancia, pero como estamos viendo el estado de excepcionalidad no es nada más que llevar hasta sus últimas consecuencias el estado de normalidad de eficiencia económica y especulativa: en la vida disfuncional seguimos llenando el tiempo con la prolongación del trabajo, el ocio y la formación permanente, como si la excepcionalidad no significara, o nos ofreciera, un momento de ruptura para pensar, una interrupción crítica y oposición al régimen anterior de normalidad capitalista. Las posibilidades de liberarse de viejas y pesada cargas se han visto agotadas, pues el discurso bélico y la invención de las lógicas de guerra, una guerra sin guerra ni enemigo, nos conduce a que los cuerpos anhelen el estado de normalidad, que deseen volver a él tras sacrificarse por la nación, y al volver, autoafirmarse todavía más en la repetición, lo siempre igual, idéntico, lo ya hecho y sabido, de esa normalidad abyecta y humillante.

domingo, 15 de marzo de 2020

Encuentro esta nota perdida en el escritorio del ordenador, deduzco que se la escribí, si es que la escribí yo, para esos hombres que solo han conocido la vida, y la vida en el mar: Y entonces te llegará la muerte fuera del mar, una muerte muy extraña que te consuma agotado bajo la suave vejez.

sábado, 14 de marzo de 2020

coronavirus 3

Empieza el arresto domiciliario para aquellas vidas no productivas, ni funcionales socialmente, pero es que le han llamado, entre muchos agradecimientos, cuarentena o proceso de contención.

Censura

Facebook me envía unas notificaciones comunicándome que ha retirado mis publicaciones porque infrinjo la normativa, así hablan los algoritmos: Nadie más puede ver tu publicación. Tenemos estas normas para prevenir la publicidad engañosa, los fraudes y las infracciones de seguridad, entre otros. Y sus normas de spam:
No permitimos que las personas usen información engañosa o imprecisa para aumentar el número de Me gusta, de seguidores o las veces que se comparte el contenido.
Definimos el spam como:
  •  Aumentar la distribución del contenido de forma artificial para ganar dinero
  •  Pedir a las personas que den a Me gusta, compartan o recomienden contenido antes de poder verlo
  •  Fingir ser otra persona 
 
La realidad es la censura. Facebook ha censurado mis escritos, ha censurado las notas de este cuaderno que trataban sobre el coronavirus, el capitalismo, y el feminismo, de hecho me llegan mensajes de que hay gente en Facebook que ha denunciado las publicaciones por considerarlas ofensivas. Efectivamente, más allá del caso prosaico y que la estupidez nunca ha sido mi fuerte, resulta cada vez más paradójica la consigna de la libertad de expresión y la libertad de pensamiento, y la adulación democrática y el pluralismo, cuando no hay pensamiento, ni capacidad de expresión, ni lectores, a veces miro a esa gente, uno a uno les diría, estáis todos muertos y yo todavía estoy vivo, ¡imbéciles!

Sabrá el lector que hacer con estas notas.  

jueves, 12 de marzo de 2020

"Ruido y agua"

Clàudia ha escrito en La Manzana Perfecta Ruido y agua, y creo que esa noche del 21, el día de sus dulces y literarias notas, cené con ella, y supe, creo, que había escrito en el tren, y le pregunté por ello, y hubo un gesto, y un silencio, y es la coquetería, y es el mismo silencio que se deja como rastro cuando se ha amado y se ha odiado, y venía hermosa y cansada, y fue la noche de Fellini.

miércoles, 11 de marzo de 2020

00:39h

Y así fueron unos meses de 2018, indigentes, hermosos y serviles: en ocasiones la distancia crítica me resulta sospechosa, incluso delirante, incluso en mi vida personal: nunca estuvo tan lejos L. y la sentí tan cercana y próxima a mí como ahora, y jamás la pude tocar tanto, y tan feliz e intensamente, como cuando parecía irse y alejarse de la realidad. No es tarde para mis costumbres, son las 00:30h, y sigo pegado, en la vida y la escritura, a este fragmento; intento descifrarlo en su totalidad, hay que desplegarlo, porque no encuentro la estructura del texto y necesito aprovechar el material, estoy escribiendo un libro terrible, que solo será desgarrador y desagradable para mí, para nadie más, y ese es el problema, cómo escribirlo con la altura que exige el dolor y la belleza, y que sólo yo reconozca el patetismo que acompaña esta clase de torcidos sentimientos. Fueron unos días enfermos, y yo fui una mutación, y mi deseo no fue más que una patología. Así tengo que decirme las cosas a estas horas, ya son y 44, las 00:44h, y no parece demasiado. No busco el estilo como armonía, ni la unión entre forma y contenido, busco la puta estructura, y la puta manera de que en el estilo halle la expresión del sufrimiento de un modo estético sin que se convierta en una mentira. Mis noches empiezan a ser un absoluto refugio, una mentira. Ya son las 00:47h, sigo en la mentira. Lo acabo de releer y ya son y 58.  

martes, 10 de marzo de 2020

Y mira que hoy iba andando y todo verde y bien y me encontré con un tierno pajarito

Muchos desconocen la magnitud exacta de su mediocridad, son los que en la cama, duermen como angelitos. No saben hasta que punto la existencia y sobreexposición de la caridad (amor sin temor pérdida, amor a dios), la solidaridad, la compasión y la empatía que les hechiza de nuestras sociedades, e incluso fomentan, revela el profundo grado de inhumanidad e injusticia del sistema que sostienen y que las propias técnicas de gobierno necesitan para existir. ¿Hasta que punto la compasión, como dice  Adorno, niega la revolución?, ¿hasta que punto la caridad no es la castración del pensamiento emancipador?

lunes, 9 de marzo de 2020

Feminismos?

Las filósofas surgidas del seminario Filosofía e ilustración fundado por Celia Amorós en la UCM responden a las que consideran las troyanas del feminismo. Esto dice Ana de Miguel:

domingo, 8 de marzo de 2020

Paradojas

En nuestra realidad política heredera de la modernidad hemos recibido las típicas paradojas de la ilustración que se explicitan en una dialéctica de la ilustración, especialmente en el feminismo. Prostitución y burka, son el objeto de la querella. O bien el feminismo abolicionista las condena a ser libres o bien el feminismo posmoderno (relativista) les da libertad para elegir mejor la esclavitud. Curioso es esta, la tierra donde todavía moran y nos atormentan las antinomias de la libertad ilustrada. Una paradoja paralizante y sombría. Yo me inclino por una en concreto, pero no me atrevo ni a decírmela a mí mismo, porque no soporto a sus representantes.

sábado, 7 de marzo de 2020

El deseo no es un derecho

Me pongo a revisar artículos, libros, seminarios y conferencias de Amelia Valcárcel, Celia Amorós, Lidia Falcón y Ana de Miguel, todas representan ya sea desde la ilustración liberal o el socialismo democrático o directamente el marxismo, el feminismo de la tercera ola que se inauguró en los años sesenta y setenta, con Beauvoir como símbolo, supongo que desde una enunciación académica. La mayoría de ellas son feministas abolicionistas e institucionalizadas, pequeñoburguesas que actúan delante de otras señoras pequeñoburguesas que son las que pasan las tardes en los distintos edificios de la cultura institucional y de certamen. Esta tercera ola, mantiene un violento conflicto con el llamado feminismo de la cuarta ola: el feminismo queer, feminismo posmoderno, transfeminismo, o el feminismo postestructuralista. En estas conferencias se ha llegado a acusar a las activistas queer por defender la prostitución y la pornografía de ser el caballo de Troya de los proxenetas, y aún se dan respuestas a preguntas difíciles: ¿un discapacitado incapaz de satisfacer sus necesidades sexuales por sí mismo tampoco puede tener acceso a una puta (o en el lenguaje socialdemócrata: trabajadora sexual, o en su genealogía: mujer podrida)? Y la rotundidad asusta y entusiasma: "No! El deseo no es un derecho; para satisfacer los deseos de alguien no puedes esclavizar a otros". Valcárcel, de una inteligencia notable sólo comparable con su engolamiento, marca las distancias con los troyanos, con la alianza ruinosa: el feminismo es una teoría política y no una teoría sobre el deseo (¡y dice que es hegeliana, la tía, virgensita que me quede como estoy!) y de cómo este deseo debe poder expresarse; los problemas del feminismo para nada se resuelven en un debate entre vanguardias sobre las identidades sexuales o afectivas; el feminismo es un internacionalismo todavía sobre las libertades públicas mínimas y la formulación de derechos civiles allí donde nacer mujer es un verdadero infierno, pues la agenda feminista no está planetariamente conseguida, y una cadena es lo fuerte que sea el eslabón más débil, sigan con sus debates, eso hacen las vanguardias, pero no olviden el contexto general. Es una denuncia e impugnación claras: en la teoría queer hay una sustitución de la igualdad política y los derechos por múltiples identidades afectivas, por poner los cuerpos deseantes y sus modos de expresión en primera instancia: la sustitución de las mujeres como sujeto político por un conjunto de anhelantes cuerpos indiferenciados. Muchas veces esos deseos van en contra de los derechos y la verdadera igualdad y libertad política de las mujeres: en la puta se vulnera el derecho de filiación. Les parece evidente, ya que en la prostitución se ejerce una violencia simbólica y material (directa) sobre las mujeres, y pretender hacer pasar por una elección libre la prostitución es como aceptar conceptual y moralmente como libertad la introducción en la servidumbre voluntaria, fruto de la legalización de cualquier vieja práctica delictiva de explotación, blanqueada con los nuevos recursos estéticos de la publicidad. Esa prostitución además requiere de la pornografía como sucedáneo o manual de usos para el putero (que, en su versión patriarcal convencional, me paren la cosa más repugnante y asquerosa), como manual de instrucciones de la explotación y dominación del cuerpo femenino Y yo, llevo un largo sábado pensando en esto.    




viernes, 6 de marzo de 2020

Existen muchas perversiones en el lenguaje político contemporáneo, las mismas que en e lenguaje a secas y que nos toleramos frívolamente para sobrellevarlas. Pero hay una que especialmente me irrita y me convierte en una bestia rubia vengadora, de un carácter terrible. La apología de los hombres libres, esa penosa fórmula de las sociedades capitalistas es una sórdida mentira para autoengañarse, autocomplacerse y cegarse ante la decadencia. Los autoproclamados hombres libres son los sujetos  narcisistas, que mis ojitos hayan visto, más sometidos a la realidad, a los chantajes del poder, al miedo a la libertad del otro, y me repugnan: su repulsión a dudar, su desidia en el pensar, su frenética hiperactividad, su odio a la soledad, su histeria perpetua ante las cosas más banales, la entrega al fetichismo de las certezas ideológicas, su fe en religiones políticas, su penosa manía sacrificial, su renuncia a la vida, a tomarla seriamente, su incontinencia verbal... Son los que han negociado con la vida (esta vida de mercado) al modo más sucio y obsceno, no sólo, como decía, sacrificando y renunciando a sus deseos y pasiones, sino sacrificando y castigando a otros cuerpos y vidas por no hacerlo. Hay días que cuesta levantarse por la mañana, hay días, que cuesta hasta hablar.

miércoles, 4 de marzo de 2020

coronavirus 2

Creo que ayer por la noche, al escribir sobre el coronavirus me dejé algo importante. El virus, que es un síntoma más de la crisis de nuestra subjetividad política pero no la causa, expresa algo más sobre nuestra concepción de la naturaleza y su injerencia en lo político. He comprobado directamente los efectos del miedo en los cuerpos de algunos hombres cercanos, y es insólito, porque aún aceptando que los medios de desinformación de masas hipertrofian e hiperbolizan la realidad, ellos siguen creyendo en esa ficción pandémica, asesina e imparable del virus. Aún sabiendo que se funda en la mentira constitutiva de todo miedo, mantienen la fe, y las paranoicas prácticas que se derivan de la fe y sus ritos, y las liturgias que lo dotan de sentido y prestigio (promoción) social. Actúan conscientemente como si estuvieran frente a una enfermedad letal de consecuencias sociales apocalípticas. Y creo que es una de las metáforas más del miedo político, sobre todo cuando el objeto del miedo es algo procedente de la naturaleza, que percibimos como externo, ajeno e independiente a nosotros, como algo misterioso e insondable, además de invisible e intangible, sin morfología reconocible por los sentidos, tiene el carácter terrorífico de las prestes que borraron a poblaciones enteras de la memoria. Y es que el pánico global, que no es una abstracción, se encarna en el cuerpo tembloroso de los más ignorantes y cobardones; estos individuos proyectan en la situación (el mundo social y civil) sus miedos y fantasías repudiadas, sus temores reprimidos, que por fin pueden liberarse y exhibirse sin la represión que el orden cultural impone, sin el pudor ni la culpa que correspondería de permanecer en la reclusión psicológica habitual. Encuentran un modo fácil y alucinado de escape. Proyectan sobre el todo social sus patológicas perturbaciones que no son sólo de índole íntima o traumática, sino de acontecimientos y experiencias políticas, brutales y agresivas, que no han sabido, ni podido, intelectualizar o racionalizar; o simplemente ni historizar, ni simbolizar. El pánico global legitima su enloquecimiento, justifica sus obsesiones, su impunidad e irresponsabilidad, su irracionalidad, y su necedad. Que el coronavirus sea el escenario perfecto para proyectar las perturbadoras sombras chinescas del alma personal y colectiva, demuestra una vez la radical alienación y extrañamiento del mundo político respecto a nosotros. La recepción política del coronavirus es el síntoma de una falta, de una desaparición, de una ausencia no reparada, pero no irreparable.    

martes, 3 de marzo de 2020

coronavirus

Las interminables y bochornosas horas dedicadas a la escenificación del pánico con la exposición mediática del coronavirus son el ejemplo más evidente de las políticas del miedo. Un ensayo sencillo de cómo los distintos regímenes políticos dominan a la perfección la técnica del miedo como forma de control, y excusa disciplinaria. ¿No será que el coronavirus, el objeto de ese miedo, es el abismo y quiebra de nuestra propia subjetividad política?

lunes, 2 de marzo de 2020

escribe Onfray

Esta tarde he empezado el libro de Michel Onfray Política del rebelde, y en la página 45 escribe algo en lo que yo llevo ya casi un año obsesionado: "(...) la genealogía del arte político posterior a Auschwitz (...) expresa el deseo y la necesidad de no convertir la experiencia del campo de concentración de ayer en un objeto de reciclaje onanista para los aficionados a la teología negativa o la teodicea negra, sino en ocasión de pensar todas las formas concentracionarias posteriores a la liberación de los campos nazis, por doquier, incluidas las catedrales de dolor que son las fábricas, las empresas y otros lugares organizados y gestionados por el capitalismo. No me habría atrevido a esta aproximación si el propio Antelme no me hubiera proporcionado la fórmula."

domingo, 1 de marzo de 2020

A veces me imagino de niño, con esos ojos inciertos, era un niño sencillo, y me gusta conservar esa sencillez. Y quiero decir esto con esa misma mirada, desde abajo y apuntando arriba, como cuando miraba el mundo ajetreado de los mayores, que parecía maravilloso. Hay hombres que no soportan la libertad de las demás expresiones del deseo, especialmente la libertad y deseo de las mujeres, o cualquier otra que ponga en peligro su tórrida masculinidad. Son los mismos que consideran que el placer anal es cosa de maricones, la intimidad es un trámite patológico, o que la vida es una competición. Cuanto más libres las ven más sumisas las desean y todavía aumenta más el anhelo de humillarlas, y poseerlas para marcarlas como bueyes con la culpa y la vergüenza. En un tiempo utópico llegaría un momento de grandeza y bella libertad que conduzca, como en las verdaderas revoluciones, directamente al tiranicidio; porque claro, si este no llegara, permanecería el liberticida.

Los Pedros y la democracia

  Sin duda, Marisas y Pedros son un buen motivo para dejar de ser de Izquierdas: