martes, 31 de marzo de 2020
coronavirus 9: duelos
Son las muertes de los días del contagio, todas. Con algunas tendremos una relación especial. Será un recuerdo rico en imágenes. Una, es la síntesis, explica la lógica de guerra (no existe situación de guerra): los camiones militares llenos de cadáveres en su mayoría ancianos almacenados en las gélidas pistas de patinaje del Palacio de Hielo en Madrid. Estas imágenes que vemos desde dentro del confinamiento a través de la televisión evocan temporalidades que ingenuamente se creían abolidas, necias y agotadas. El tiempo, si lo tomamos seriamente, es siempre acrónico, en un mismo tiempo habitan distintas temporalidades, en un flujo intempestivo y contradictorio. Y no hay imágenes de estos ostros muertos ordinarios que no son víctimas del coronavirus. Infartos, cáncer, la ancianidad y la propia caducidad del cuerpo, son los otros cadáveres que no podrán velarse. Se dice que el estado de excepcionalidad ha traído algo traumático: la prohibición del duelo, la suspensión del duelo para estos casos ordinarios. No es exacto. Ciertamente hay una prohibición física de la reunión, y frustraciones simbólicas, se impide el honor, el encuentro social, el pésame y la mano, el abrazo, el llanto común y compartido, el finado, la ceremonia mortuoria, el velatorio, la exposición del cadáver, el decorado, las flores, la palabra sentimental, el rostro maquillado, pero todo esto es lo accesorio, en esencia no cambia nada, pues el duelo es en sí mismo una tarea imposible, un proceso irrealizable, la pérdida insuperable, el duelo es necesariamente una práctica engañosa para la autoconservación, un proceso inacabado, conflictivo, incompleto, inconcluso, inconsolable, irrepresentable. El duelo es el inicio de un tiempo enloquecido, es una nueva temporalidad abierta, que nos proyecta al futuro y a la muerte (pues el máximo futuro es la muerte, el final del futuro la muerte, ir más allá del futuro, la muerte), que nos obliga a pensar políticamente, es el origen y posibilidad de lo intempestivo, precisamente porque el duelo garantiza el pasado vivo, un pasado no cerrado y móvil, escurridizo, que no se deja atrapar ni clasificar del todo. No existe una diferencia radical (ontológica) entre el duelo en estado de normalidad y el duelo en excepcionalidad. Y estas palabras no concluyen nada, el duelo está por pensar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Limpia y cruel
Del documental televisivo " El mito Deneuve". Catherine habla de su personaje Alice: 《El gran problema de Alice es que no es redo...
-
Estados Unidos es el resultado de una revolución triunfante, sin embargo, la historia reciente de Rusia es la historia de una revolución fra...
-
Recoje Arcadi Espada en sus diarios una iniciativa republicana del profesor Giovannini. U na propuesta pedagógica de verdad, sin tonterías ....
-
A parece en el cuaderno de notas u n fragmento de mi correspondencia privada con Wara. No hay fecha y no he logrado encontrar el correo elec...
No hay comentarios:
Publicar un comentario