martes, 7 de enero de 2020

Pdr Snchz

Veo esta mañana en la televisión el discurso de investidura de una criatura desvergonzada, zafia, necia, y sin escrúpulos, moralmente bulímica, prototipo de la triste socialdemocracia española, llamada Pdro Snchz. Fruto de la era de las víctimas, salen estas hienas. El precio que se tuvo que pagar tras los pactos del olvido y el silencio que impuso el mito de la transición española, de efectos materiales e históricos inestimablemente relevantes y beneficiosos, como el paso de una dictadura nacionalcatólica genocida a una tediosa y precaria democracia liberal, es exactamente la última decantación de un tiempo en depresión: estas criaturas pudendas que no solo se devoran entre ellas, sino que devoran los cadáveres de las víctimas de un siglo negro, que viven de las luchas ajenas y la muerte ajena, el dolor y el sufrimiento de los demás. Todo ello es políticamente infame, hasta la abyección, hasta la desesperación, como verán todos aquellos que aún guarden algo de sensibilidad, gusto e inteligencia. Un proceso que destruyó la verdad a cambio de dinero, en ese proceso abnésico de elaboración perversa de la historia y la memoria, y transformación blanqueadora de los pasados más oscuros y repugnantes. Justamente, seamos justamente inmisericordes, Pdr Snchz es el resultado más desarrollado y progresado de ese proceso de olvido y falsa modernidad que hoy, en forma de decadencia ociosa y ostentosa, produce las mayores formas de explotación económica, secuestro del tiempo, despolitización, devastación intelectual, frivolidad cultural, miseria moral y repugnancia estética que una socialdemocracia pueda soportar; abusando de la credulidad del rebaño. El lugar que ocupan las víctimas, los represaliados, los destruidos por el franquismo es el de la estéril desproporción sentimental, sus figuras públicas son fetiches propagandísticos en manos del PSOE, el mismo que tras el abandono, desprecio y micciones sobre sus cadáveres y su recuerdo,  preparó su oportuno rescate como instrumento electoral. Esa impunidad que permite la manipulación política de los asesinados por la dictadura y el olvido de la democracia son la medida exacta, no sólo de nuestra mediocridad y mendacidad, sino de la imposibilidad total de vivir, revivir o recordar experiencias políticas emancipadoras, hoy ya estigmatizadas como revolucionarias, viejamente revolucionarias, cuando lo revolucionario criaba y amamantaba monstruos aterradores. 

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