Terminando la absorbente lectura de Nelly Arcan, escribo unas breves e insuficientes notas sobre su libro Puta, no logro descifrarlo a pesar de su aparente monologuismo, de confesarse sometida a una única obsesión: el abandono. El propio día acabándose, el sol rojo comido ya por completo, el cielo en azul oscuro apagado y nubes grises encendidas, me impone hablar de ella, irresistible, y mí mirada perdida.
Puta es un monólogo en forma de largo lamento acusatorio contra el abandono, el desahucio del mundo que le inoculó su padre en su percepción infernal del mismo y su odio a la vida (odiaba a su mujer e incluso masticar, sólo apreciaba ir de putas), contra el miedo a no saber vivir cifrado en el cuerpo postrado de su madre en la tristeza y la indiferencia, y de modo colateral, contra la falsa placidez del amor conyugal, el sexo de la buena chica, correcto y ordenado, limpio y saludable, las niñas monas de almas bellas y cínicamente educadas en una incitación a la mordaza puritana. Y sobre todo, supone un alegato contra ella misma (...)
En esa tarea de demolición íntima, como si redescubriera el horror a la animalidad, nos recuerda cómo las bien enamoradas al no poder desligar sexo y dinero, erotismo y prestigio social, anhelos sentimentales y símbolos de clase, son tan putas como las profesionales. Imagino a nuestra impresionante rubia de ojos azules con sus gestos coquetos de estilo indirecto en los platós de televisión, y su tímida voz, pronunciar lentamente ante las falsas beatas que desconocen su talento: “tú, cómo puedes mirarme así, tú eres una puta como yo" (...)
El libro toma la forma de ininterrumpida confesión
de una puta cara, un yo apócrifo, ante su psicoanalista, del que está enamorada, y allí esa bestia
tumbada tras distanciarse de toda demonización del viejo oficio sexual, destruye
la posición de víctima de la prostituida sin ahorrarnos nada en la exposición
de su dolor y su sufrimiento, la crudeza de no poder vivir, la fealdad de las horas. Todo, la rudeza de los padres puteros que se
van con ella para consolarse del deseo frustrado de no poder follar con sus hijas, la pornografía emocional de los hombres que pretenden inventarla y gobernarla
como fetiche, sustitución y vertedero sentimental (…)
Su escritura
es una ficha policial de sus obsesiones, desplegados como vómito: el apego
incondicional de la feminidad a la belleza, la necesidad de ser deseada
permanentemente para no fracasar, una misoginia edípica (ve en todas las
mujeres a una enemiga proyectando en ellas la figura de su odiada madre, de la
que llega a decir que es una larva que sólo se mueve penosamente por la casa
para que los demás puedan contemplar su degradación autocompasiva),el pánico
patológico al envejecimiento (que culminaría en su suicidio con 36 años) y una voluntad de no ser lo que se espera de ella
y lo que los otros querrían. No concede ni una coma en el registro de su odio, sólo cede a convertirse en el juguete lubricado con el que fantasean todos los hombres
precisamente para ridiculizarlos y humillarlos, tanto como intentan hacer con ella al
penetrarla (…)
Detesta ese trabajo en el que el cuerpo de la puta es una falta, el cuerpo de una carencia, de una privación y señal de advertencia: mujer pública o mujer podrida, como señala el campo etimológico clásico. Nos cuenta sus experiencias con el cuerpo lamido, recubierto de una capa de salivas mezcladas de todos sus clientes, siete u ocho al día, todos sustituibles por cualquier otro, iguales, soeces, que puede incluso que le produzcan distracción y entretenimiento (¿placer?) además de asco. Lo soporta, sí, por dinero. Le gusta el dinero como a cualquier profesional con un trabajo duro, es la medida exacta de la proletaria, el minero, el soldado, el operario de fábrica, es una trabajadora incansable. Se junta con sus compañeras para tomar unos vinos, reírse de las pollas que han chupado, consumir, pintarse, charlar sobre el bañador que se quieren comprar, el bronceado, el gimnasio. Nelly se aleja de mis reflexiones: el sexo es totalmente amoral y la medida exacta de cuánta libertad estamos dispuestos a soportar, propia o ajena, en ella es justamente lo contrario. Todo lo que se puede decir opresivo y denigrante sobre la prostitución se puede decir de los trabajos proletarios sometidos a explotación, no es específicamente la sexualidad lo que ofende, sino que se folle a centenares de hombres sin remordimientos y por dinero, por mucho más dinero que otros "trabajos dignos" de limpiadora, chacha, camarera... envidian que ella obtenga mucho dinero con el sexo, consuma, viva, se excite, persiga ese dinero, mientras otras lo padecen gratis, dependiendo económicamente de parejas que aborrecen, si no se aborrecen a si mismas (...)
Escritora. Falta todavía por desentrañar con precisión su estilo literario torrencial, el flujo de conciencia en su prosa, y la eliminación de todo análisis y argumentación detallada sobre el amor que sabotea con invectivas, acompañadas por un ritmo complejo y seductor de encadenamiento de juicios y sentencias que puede parecer desordenado, abrumador y asfixiante por momentos, aunque de una claridad y autosuficiencia estética que no requiere de mayores adornos intelectuales. Su escritura tomada en conjunto es casi una expresión de la locura, una mujer enferma que logra una fuerza expresiva que hace imposible tomar distancia o separarse de sus obsesiones, quedarse fuera, frío o indiferente a su lucidez, tan envolvente como maníaca. Sin duda escribe para que algo nos sobreviva, para que algo de ella sobreviva tras su frialdad, y la recordemos como una hermosa herida (...)
Falta también desarrollar su verdadera intimidad: todos aquellos que no sólo la usaron como muñeca, sino que se enamoraron de ella. Sería ingenuo pensar que este amor es algo benigno o ascético, cuando podría terminar, dada la reconocida inestabilidad de la escritora, en la mayor de las tragedias, esa muerte que ya está siendo. ¿Qué tipo humano podría enamorarse de nuestra Nelly sin perderse, fascinarse incluso por ese riesgo, su pátina de escritora cuyo material literario es la propia vida, que vine de le experiencia y no de la literatura? La pregunta, de estar viva (murió en 2009) me intranquilizaría, porque mis prejuicios podrían arrasar a esos hombres, pero me limito, me autocensuro, yo mismo, con una docena de fotografías, unas pocas entrevistas y la lectura del libro, podría malenamorarme de ella. No es algo gratuito, el amor en esta escritora es el tema principal de salvación y acusación, el principal ausente y el gran protagonista desde el vacío, el principal muerto (...)
Concluir. Sólo se puede concluir con su muerte, con la ejecución fría y directa de su suicidio a los 36 años, del que unas horas antes avisó a su psicoanalista en un correo electrónico agradeciendo todo lo que había hecho por ella como amigo y terapeuta. En otros casos el suicidio es totalmente gratuito e inocuo en la pieza literaria, pero en este caso autobiográfico proporciona una densidad humana irreemplazable. Extraña relación, vida y muerte (...)
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