martes, 19 de mayo de 2020

Me sorprende la avidez, casi esa obstinación carroñera inconfesable, de las clases medias por la utilidad y la conveniencia sociales, en el fondo por el dinero que ansían y les avergüenza, siempre preocupados (sometidos) por el futuro. ¿Para qué querrán obsesionarse con el futuro, con saber mirar al futuro, si no sabemos ni tan siquiera mirar nuestro propio presente, el presente más inmediato y degradado?

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 Comprobando el aburrimiento que produce el exceso de diversión y la vulgaridad de cierto refinamiento.