miércoles, 29 de enero de 2020

Ellos

Sería falso decir, y una burda provocación, que algunos hemos elegido ser los enemigos del nacionalismo, ya que más bien, y desoyendo la calumnia y la amenaza para la vida, nos han elegido ellos con dardos y dianas a nosotros. Así debería decírselo más a menudo a los amigos que viven algo puteados, acomplejados y avergonzados ante los nacionalistas: "queridos amigos no sois vosotros, son ellos el sujeto de la vergüenza, son ellos los legitimadores del espíritu de la verduguería, insosteniblemente tolerada y normalizada". No hay que achantarse jamás. La subversiva crítica a toda forma lánguida y mórbida de nacionalismo y su largo letargo, es algo más que una cuestión de oposición éticopolítica, es casi una necesidad física, de incomodidad y profundo desagrado físico, ¡sólo pensar en lo molesto que debe ser acercarse al cuerpo y sacristía Junqueras! Son exactamente ellos: el principal material de mi indignación y odio y venganza y aburrimiento y tedio y en ocasiones tiempo vacío y mi entretenimiento y evasión y lucha y desprecio y no quiero que lo sean todo. Ni los terroristas, ni las ánimas asesinas de la inocencia vasca, ni el racismo catalanista, ni el nacionalcatolicismo español autoritario, ni la brutalidad y arbitrariedad patriótica del Estado y los corruptos gobiernos, ni el pueblo cómplice de toda esa basura repugnante, ni la tartufería y cobardía de la intelectualidad, pueden romper nuestro orgullo independiente, la fisiología de nuestra ironía, nuestra risa blasfema, o como dice V, la arrogancia de la juventud. Es un ejercicio verdaderamente tonificante y gratificante que mi mera existencia, y la de los yoes comunes, les suponga una terrible ofensa, una horrorosa, masiva e insoportable ofensa.    

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